Investigación

Gracias a los trabajos de Speyer, Grafton y otros, se ha creado en las últimas décadas un ambiente académico muy propicio para un estudio del fenómeno de la falsificación textual y literaria diferente al tradicional. Asimismo, los nuevos tiempos de la postmodernidad han alentado un sentimiento distinto sobre la labor del falsificador. Hasta hace poco toda esa "actividad creadora" era denostada, postergada y criminalizada en cuanto se descubría el engaño. Sin embargo, desde hace algún tiempo muchas de esas obras preteridas y arrinconadas vuelven a adquirir interés para los estudiosos y recuperar sus valores latentes, no sólo literarios, pues permiten explicar determinadas circunstancias políticas, sociales, culturales que han interactuado en precisamente esa creación. En efecto, estos textos pueden, y en muchos casos deben, ser considerados como miembros de pleno derecho de una tradición literaria, y estudiados con una sensibilidad más acorde al hilo de los nuevos tiempos y los nuevos enfoques de la filología y la crítica literaria

A tenor de las ideas de Grafton, es factible considerar la falsificación como "una especie de crimen" con el fin de promover la investigación exhaustiva de las circunstancias que la motivaron, pero nuestra finalidad como estudiosos, ajenos a cualquier juicio moral, no es estigmatizarla ni nuestro cometido es requerir "daños y perjuicios" ni desterrarla por completo del acervo literario colectivo en función de criterios extraliterarios. Tratarla para su estudio como si fuera un crimen no significa en modo alguno considerarla un crimen.  En efecto, nuestro objetivo debe ser fijar nuestra atención sobre los diversos aspectos que afectan la actividad falsificadora para ganar conocimiento sobre esas propias circunstancias creadoras y llegar a comprender las causas del "crimen", pues este tipo de textos anticanónicos o colaterales que la tradición ha considerado dignos de ser trasmitidos no pertenecen por tanto a una literatura de segundo orden, y han conseguido pervivir a la tensión que existe entre lo que la tradición considera autoridad, es decir, canon, y la libertad que parece consustancial a cualquier creación literaria. 

Osario de Santiago